Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA



Comentario

1 Epístola proemial de un fraile menor al ilustrísimo señor don Antonio Pimentel, sexto conde de Benavente, sobre la relación de los ritos antiguos, idolatrías y sacrificios de los indios de la Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ellos ha obrado. Declárase en esta epístola el origen de los que poblaron y se enseñorearon de la Nueva España
2 La paz del muy Alto Señor Dios nuestro sea siempre con su ánima. Amén.

3 Nuestro Redentor y Maestro Jesucristo en sus sermones formaba las materias, parábolas y ejemplos según la capacidad de los oyentes; a cuya imitación, digo, que los caballeros cuerdos se deben preciar de lo que su rey señor se precia; porque lo contrario hacer, sería gran desatino; y de aquí es, que cuando en la corte el emperador se precia de justador, todos los caballeros son justadores; y si el rey se inclina a ser cazador, todos los caballeros se dan a la caza; y el traje que el rey ama y se viste, de aquél se visten los cortesanos. Y de aquí es, que como nuestro verdadero Redentor se preció de la cruz, que todos los de su corte se preciaron más de la misma cruz, que de otra cosa ninguna, como verdaderos cortesanos que entendían y conocían que en esto estaba su verdadera salvación. Y de aquí es, que el hombre de ninguna cosa se precia más que de la razón, que le hace hombre, capaz y merecedor de la gloria, y le distingue y aparta de los brutos animales. Dios se preció [tanto] de la cruz, que se hizo hombre y por ella determinó de redimir el humanal linaje; y pues el señor se precia del fruto de la cruz, que son las ánimas de los que se han de salvar, creo yo que vuestra señoría, como cuerdo y leal siervo de Jesucristo, se gozará en saber y oír la salvación y remedio de los convertidos en este nuevo mundo, que ahora la Nueva España se llama, adonde por la gracia y voluntad de Dios cada día tantas y tan grandes y ricas tierras [se descubren], adonde Nuestro Señor Jesucristo es nuevamente conocido, y su santo nombre y fe ensalzado y glorificado, cuya es toda la bondad y virtud que en vuestra señoría y en todos los virtuosos príncipes de la tierra resplandece; de lo cual no es menos dotado vuestra señoría que lo fueron todos sus antepasados, mayormente vuestro ínclito y verdadero padre don Alonso Pimentel, conde quinto de Benavente, de buena y gloriosa memoria, cuyas pisadas vuestra señoría en su mocedad bien imita, mostrando ser no menos generoso que católico señor de la muy afamada casa y excelente dictado de Benavente, por lo cual debemos todos sus siervos y capellanes estudiar y trabajar de servir y reagradecer las mercedes recibidas; y a esta causa suplico a vuestra señoría reciba este pequeño servicio quitado de mi trabajo y ocupación, hurtado al sueño algunos ratos, en los cuales he recopilado esta relación y servicio que a vuestra señoría presento; en la cual sé que ha quedado tan corto que podría ser notado de los prácticos en esta tierra y que han visto y entendido todo o lo más que aquí se dirá.

4 Y porque esta obra no vaya coja de lo que los hombres naturalmente desean saber, y aun en la verdad es gloria de los señores y príncipes buscar y saber secretos, declararé en ésta brevemente lo que más me parezca de [a] la relación conveniente.

5 Esta tierra de Anáhuac, o Nueva España, llamada [así] primero por el Emperador nuestro señor; según los libros antiguos que estos naturales tenían de caracteres y figuras, que ésta era su escritura, a causa de no tener letras, sino caracteres, y la memoria de los hombres ser débil y flaca. Los viejos de esta tierra son varios en declarar las antigüedades y cosas notables de esta tierra, aunque algunas cosas se han colegido y entendido por sus figuras, cuanto a la antigüedad y sucesión de los señores que señorearon y gobernaron esta tan grande tierra; lo cual aquí no se tratará, por parecerme no ser menester dar cuenta de personas y nombres que mal se pueden entender ni pronunciar; baste decir cómo en el tiempo que esta tierra fue conquistada por el buen caballero y venturoso capitán Hernando Cortés, marqués que ahora es del Valle, era supremo rey y señor uno llamado Motezuma, y por nombre de mayor dictado llamado de los indios Motecumazin. Había entre estos naturales cinco libros, como dije, de figuras y caracteres. El primero habla de los años y tiempos. El segundo de los días y fiestas que tenían todo el año. El tercero de los sueños, embaimientos y vanidades y agüeros en que creían. El cuarto era el del bautismo y nombres que daban a los niños. El quinto de los ritos y ceremonias y agüeros que tenían en los matrimonios. De todos éstos, del uno, que es el primero, se puede dar crédito, porque habla la verdad, que aunque bárbaros y sin letras, mucha orden tenían en contar los tiempos, días, semanas, meses y años, y fiestas, como adelante parecerá.

6 Asimismo figuraban las hazañas e historias de vencimientos y guerras, y el suceso de los señores principales; los temporales y notables señales del cielo, y pestilencia generales; en qué tiempo y de qué señor acontecían; y todos los señores que principalmente sujetaron esta Nueva España, hasta que los españoles les vinieron a ella. Todo esto tienen por caracteres y figuras que lo dan a entender. Llaman a este libro, Libro de la cuenta de los años, y por lo que de este libro se ha podido colegir de los que esta tierra poblaron, fueron tres maneras de gente, que aún ahora hay algunos de aquellos nombres. A los unos llamaron chichimecas, los cuales fueron los primeros señores de esta tierra. Los segundos son los de Culiua. Los terceros son los mexicanos.

7 De los chichimecas no se halla más de que ha ochocientos años que son moradores de esta tierra, aunque se tiene por cierto ser mucho más antiguos, sino que no tenían manera de escribir ni figurar, por ser gente bárbara y que vivían como salvajes. Los de Culiua [Colhua] se halla que comenzaron a escribir y hacer memoriales por sus caracteres y figuras. Estos chichimecas no se halla que tuviesen casa, ni lugar, ni vestidos, ni maíz, ni otro género de pan, ni otras semillas. Habitaban en cuevas y en los montes; manteníanse de raíces del campo, y de venados y liebres, y conejos y culebras. Comíanlo todo crudo, o puesto a secar al sol; y aún hoy día hay gente que vive de esta manera, según que más larga cuenta dará a vuestra señoría el portador de ésta, porque él con otros tres compañeros estuvieron cautivos por esclavos más de siete años, que escaparon de la armada de Pánfilo de Narváez, y después se huyeron, y otros indios los trajeron y sirvieron camino de más de setecientas leguas, y los tenían por hombres caídos del cielo; y éstos descubrieron mucha tierra encima de la Nueva Galicia, adonde ahora van a buscar las siete ciudades. Ya son venidos mensajeros y cartas cómo han descubierto infinita multitud de gente. Llámase la primera tierra la provincia de Cíbola; créese que será gran puerta para adelante. Tenían y reconocían estos chichimecas a uno por mayor, al cual supremamente obedecían. Tomaban una sola por mujer, y no había de ser parienta. No tenían sacrificios de sangre, ni ídolos; mas adoraban al sol y teníanle por dios, al cual ofrecían aves y culebras y mariposas. Esto es lo que de estos chichimecas se ha alcanzado a saber.

8 Los segundos fueron los de Culiua [Colhua]. No se sabe de cierto de a dónde vinieron, más de que no fueron naturales, sino que vinieron treinta años después que los chichimecas habitaban en la tierra, de manera que hay memoria de ellos de setecientos y setenta años; y que eran gente de razón y labraron y cultivaron la tierra, y comenzaron a edificar y hacer casas y pueblos, y a la fin comenzaron a comunicarse con los chichimecas, y a contraer matrimonios, y casar unos con otros, aunque se sabe que esto no les duró más de ciento y ochenta años.

9 Los terceros, como hice mención, son los mexicanos, de los cuales se tratará adelante. Algunos quieren sentir que son de los mismos de Culiua [Colhua] y créese será así, por ser la lengua toda una; aunque se sabe que estos mexicanos fueron los postreros, y que no tuvieron señores principales, mas de que se gobernaban por capitanes. Los de Culiua [Colhua] parecieron gente de más cuenta y señores principales. Los unos y los otros vinieron a la laguna de México. Los de Culiua [Colhua] entraron por la parte de oriente, y edificaron un pueblo que se dice Tullantzinco, diez y siete leguas de México; y de allí fueron a Tula, doce leguas de México, a la parte del norte, y vinieron poblando hacia Tetzcoco, que es en la orilla del agua de la laguna de México, cinco leguas de traviesa, y ocho de bojeo. Tetzcoco está a la parte de oriente, y México al occidente, la laguna en medio. Algunos quieren decir que Tetzcoco se dice Coliua [Colhua] por respeto de éstos que allí poblaron. Después el señorío de Tetzcoco fue tan grande como el de México. De allí de Tetzcoco vinieron a edificar a Cuaotichan [Coatlichan] que es poco más de legua de Tetzcoco, a la orilla del agua, entre oriente y mediodía. De allí fueron a Culiuaca [Colhuacan] a la parte del mediodía, tiene a México al norte dos leguas, por una calzada. Allí en Colhuacan asentaron y estuvieron muchos años. Adonde ahora es la ciudad de México era entonces pantanos y cenegales, salvo un poco que estaba enjuto como isleta. Allí comenzaron los de Culiua [Colhua] a hacer unas pocas de casas de paja, aunque siempre el señorío tuvieron en Culiuaca [Colhuacan] y allí residía el señor principal.

10 En este medio tiempo vinieron los mexicanos, y entraron también por el puerto llamado Tula, que es a la parte del norte a respecto de México, y vinieron hacia el poniente poblando hasta Ascapulco [Azcapotzalco] poco más de una legua de México. De allí fueron a Tlacuba [Tlacopan] y a Chapultepec, adonde nace una excelente fuente que entra en México, y de allí poblaron a México.

11 Residiendo los mexicanos en México, cabeza de señorío, y los de Culiua [Colhua] en Culiuaca [Colhuacan] en esta sazón se levantó un principal de los de Culiua [Colhua] y con ambición de señorear mató a traición al señor de los de Culiua [Colhua], el cual era ya treceno señor después que poblaron, y levantóse por señor de toda la tierra; y como era sagaz quiso, por reinar sin sospecha, matar a un hijo que había quedado de aquel señor a quien él había muerto, el cual por industria de su madre se escapó de la muerte y se fue a México, adonde estando muchos días, creció y vino a ser hombre, y los mexicanos, visto su buena manera, trataron con él matrimonios, de suerte que casó con veinte mujeres, una en vida de otras, y todas hijas y parientas de los más principales de los mexicanos, de las cuales hubo muchos hijos, y de éstos descienden todos los más principales señores de la comarca de México. A éste favoreció la fortuna cuanto desfavoreció a su padre, porque vino a ser señor de México, y también de Culiuaca [Colhuacan], aunque no de todo el señorío; y dio en su vida a un hijo el señorío de Culiua [Colhua] y él quedó ennobleciendo a México, y reinó y señoreó en ella cuarenta y seis años.

12 Muerto este señor, que se llamaba Acamapuchi, sucedióle, un hijo de tanto valor, y más que el padre, porque por su industria sujetó muchos pueblos, al cual después sucedió un hermano suyo, al cual mataron sus vasallos a traición aunque no sin muy gran culpa suya, por vivir en mucho descuido.

13 A este tercero señor sucedió otro hermano llamado Izcoazi, que fue muy venturoso, y venció en batallas, y sujetó muchas provincias, e hizo muchos templos, y engrandeció a México.

14 A éste sucedió otro señor llamado Ueve [Hueue] Moteuczoma, que quiere decir Moteuczoma el viejo, que fue nieto del primer señor. Era entre esta gente costumbre de heredar los señoríos los hermanos si los tenía, y a los hermanos sucedían otra vez el hijo del mayor hermano, aunque en algunas partes sucedía el hijo al padre; pero el suceder los hermanos era más general, y en los mayores señoríos, como eran México y Tetzcoco.

15 Muerto el viejo Moteuczoma sin hijo varón, sucedióle una hija legítima, cuyo marido fue un pariente suyo muy cercano, de quien sucedió y fue hijo Moteuczomatzin, el cual reinaba en el tiempo que los españoles vinieron a esta tierra de Anáhuac. Este Moteuczomatzin reinaba en mayor prosperidad que ninguno de sus pasados, porque fue hombre sabio, y que se supo hacer aceptar y temer, y así fue el más temido señor de cuantos en esta tierra reinaron. Esta dicción tzin, en que fenecen los nombres de los señores aquí nombrados, no es propia del nombre, sino que se añade por cortesía y dignidad, que así lo requiere esta lengua.

16 Este Moteuczoma tenía por sus pronósticos y agüeros que su gloria, triunfo y majestad no había de durar muchos anos; y que en su tiempo había de venir gente extraña a esta tierra, y por esta causa vivía triste, conforme a la interpretación de su nombre; porque Moteuczoma quiere decir hombre triste, y sañudo, y grave, y modesto, que se hace temer y acatar, como de hecho éste lo tuvo todo.

17 Estos indios además de poner por memorias, caracteres y figuras las cosas ya dichas, y en especial el suceso y generación de los señores y linajes principales, y cosas notables que en su tiempo acontecían, había[n] también entre ellos personas de buena memoria que retenían y sabían contar y relatar todo lo que se les preguntaba; y de éstos yo topé con uno, a mi ver harto hábil y de buena memoria, el cual sin contradicción de lo dicho, con brevedad, me dio noticia y relación del principio y origen de estos naturales, según su opinión y libros entre ellos más auténticos.

18 Pues éste dice, que estos indios de la Nueva España traen principio de un pueblo llamado Chicunmuitotlec [Chicomoztoc], que en nuestra lengua castellana quiere decir "siete cuevas"; y como un señor de ellos hubo siete hijos, de los cuales el mayor y primogénito pobló Cuauhcachula, y otros muchos pueblos, y su generación vino poblando hasta salir a Teocan, Cuzcatlán y Theutinclan.

19 Del segundo hijo, llamado Tenoch, vinieron los tenochcas, que son los mexicanos, y así se llama la ciudad de México, Tenuchca.

20 El tercero y cuarto hijos también poblaron muchas provincias y pueblos, hasta dónde está ahora la ciudad de los Ángeles edificada, adonde hubieron grandes batallas y reencuentros según que en aquel tiempo se usaba, y poblaron también adelante, adonde ahora está un pueblo de gran trato, adonde se solían ayuntar muchos mercaderes de diversas partes y de lejos tierras, iban allí a contratar, que se dice Xicalanco. Otro pueblo del mismo nombre me acuerdo haber visto en la provincia de Mexcalzinco, que es cerca del puerto de Veracruz, que poblaron los xicalancas; y aunque están ambos en una costa, hay mucha distancia del uno al otro.

21 Del quinto hijo, llamado Mixtecatl, vinieron los mixtecas. Su tierra ahora se llama Mixtecapan, la cual es un gran reino: desde el primer pueblo hacia la parte de México, que se llama Acatlán, hasta el postrero, que se dice Tutatepec, que está en la costa del Mar del Sur, son cerca de ochenta leguas. En esta Mixteca hay muchas provincias y pueblos, y aunque es tierra de muchas montañas y sierras, va toda poblada. Hace algunas vegas y valles; pero no hay vega en toda ella tan ancha que pase de una legua. Es tierra muy doblada y rica, adonde hay minas de oro y plata, y muchos y muy buenos morales, por lo cual se comenzó a criar aquí primero la seda; y aunque en esta Nueva España no ha mucho que esta granjería se comenzó, se dice que se cogerán en este año más de quince mil libras de seda; y sale [tan] buena, que dicen los maestros que la tratan, que la tonozti es mejor que la joyante de Granada; y la joyante de esta Nueva España es muy extremada de buena seda.

22 Es esta tierra muy sana. Todos los pueblos están en alto, en lugares secos. Tiene buena templanza de tierra y es de notar que en todo tiempo del año se cría la seda, sin faltar ningún mes. Antes que esta carta escribiese en este año de 1541, anduve por esta tierra que digo, más de treinta días; y por el mes de enero vi en muchas partes semilla de seda, una que revivía, y gusanicos negros y otros blancos, de una dormida, y de dos, y de tres, y de cuatro dormidas; y otros gusanos grandes fuera de las panelas, en zarzos; y otros gusanos hilando, y otros en capullo, y palomitas que echaban simiente. Hay en esto que dicho tengo, tres cosas de notar; la una poderse avivar la semilla sin ponerla en los pechos, ni entre ropa como se hace en España; la otra, que en ningún tiempo se mueren los gusanos, ni por frío ni por calor; y haber en los morales hoja verde todo el año; y esto es por la gran templanza de la tierra. Todo esto oso afirmar porque soy de ello testigo de vista; y digo: que se podrá criar seda en cantidad dos veces en el año, y poca siempre todo el año, como está dicho.

23 En el fin de esta tierra de la Mixteca está el rico valle y fertilísimo de Huaxacac, del cual se intitula el señor marqués benemérito don Hernando Cortés, en el cual tiene muchos vasallos. Está en medio de este valle, en una ladera edificada la ciudad de Antequera, la cual es abundantísima de todo género de ganados, y muy proveída de mantenimientos, en especial trigo y maíz. En principio de este año vi vender en ella la hanega de trigo a real, que en esta tierra no se estima tanto un real, como en España, medio. Hay en esta ciudad muy buenos membrillos y granados, y muchos y muy buenos higos, que duran casi todo el año, y hácense en la tierra las higueras muy grandes y hermosas.

24 Del postrero hijo descienden los othomis [otomíes], llamados de su nombre, que se llamaba Otomilth. Es una de las mayores generaciones de la Nueva España. Todo lo alto de las montañas, o la mayor parte, a la redonda de México, están llenas de ellos. La cabeza de su señorío creo que es Xilotepec, que es una gran provincia, y las provincias de Tula y Otumba casi todas son de ellos, sin que en lo bueno de la Nueva España hay muchas poblaciones de estos othomíes de los cuales proceden los chichimecas; y en la verdad estas dos generaciones son las de más bajo metal, y de gente más bárbara de toda la Nueva España, pero hábiles para recibir la fe, y han venido y vienen con gran voluntad a recibir el bautismo y la doctrina cristiana.

25 No he podido bien averiguar cuál de estos hermanos fue a poblar la provincia de Nicaragua, mas de cuanto sé que en tiempo de una gran esterilidad, compelidos muchos indios con necesidad, salieron de esta Nueva España, y sospecho que fue en aquel tiempo que estuvo cuatro años que no llovió en toda la tierra; porque se sabe que en este propio tiempo por el Mar del Sur fueron gran número de canoas o barcas, las cuales aportaron y desembarcaron en Nicaragua, que está de México más de trescientas y cincuenta leguas y dieron guerra a los naturales que allí tenían poblado, y los desbarataron y echaron de su señorío, y ellos se quedaron, y poblaron allí aquellos naturales [nahuales]; y aunque no ha [hacía] más de cien años, poco más o menos, cuando los españoles descubrieron aquella tierra de Nicaragua, que fue en el año de 1522, y fue descubierta por Gil González de Ávila, apodaron haber en la dicha provincia quinientas mil ánimas. Después se edificó allí la ciudad de León, que es cabeza de aquella provincia. Y aunque muchos se maravillaron en ver que Nicaragua sea y esté poblada de naturales [nahuales], que son de la lengua de México, y no sabiendo cuándo ni por quién fue poblada, pongo aquí la manera, porque apenas hay quien lo sepa en la Nueva España.

26 El mismo viejo, padre de los arriba dichos, casó segunda vez [con una mujer llamada Chimalmatlh], la cual la gente creyó que había salido y sido engendrada de la lluvia y del polvo de la tierra; y asimismo creían que el mismo viejo y su primera mujer habían salido de aquel lugar llamado "siete cuevas", y que no tenían otro padre ni otra madre. De aquella segunda mujer Chimalmatlh, dicen que hubo un hijo solo que se llamó Quetzalcoatl, el cual salió hombre honesto y templado, y comenzó a hacer penitencia de ayunos y disciplinas, y a predicar, según se dice, la ley natural, y enseñar por ejemplo y por palabra el ayuno; y desde este tiempo comenzaron muchos en esta tierra a ayunar; y no fue casado, ni se le conoció mujer, sino que vivió honesta y castamente. Dicen que fue éste el primero que comenzó el sacrificio, y a sacar sangre de las orejas y de la lengua; no por servir al demonio, sino en penitencia contra el vicio de la lengua y del oír; después el demonio lo aplicó a su culto y servicio.

27 Un indio llamado Chichimecatl ató una cinta o correa de cuero al brazo de Quetzalcoatl, en lo alto cerca del hombro, y por aquel hecho y acontecimiento de atarle el brazo llamáronle Acaliuath [Acolhuatl] y de éste dicen que vinieron los de Coliua [Colhua], antecesores de Moteuczoma, señores de México y de Culiuacan ya dichos. A este Quetzalcoatl tuvieron los indios por uno de los principales [de sus dioses y llamábanle "Dios del aire y por todas partes"], le edificaron infinito número de templos, y levantaron su estatua y pintaron su figura.

28 Acerca del origen de estos naturales hay diversas opiniones, en especial de los de Culiua o Aculiua [Colhua o Acolhua], que fueron los principales señores de esta Nueva España; y así las unas opiniones como las otras declararé a vuestra ilustrísima señoría.

29 Los de Tetzcoco, que en antigüedad y señorío no son menos que los mexicanos, se llaman hoy día acuhuaque [acolhuas] y toda su provincia junta se llama Acuhuaca [Acolhuacan] y este nombre les quedó de un valiente capitán que tuvieron, natural de la misma provincia, que se llamó por nombre Aculi, que así se llama aquel hueso que va desde el codo hasta el hombro y del mismo hueso llaman al hombro aculi. Este capitán Aculi era como otro Saúl, valiente y alto de cuerpo, tanto que de los hombros arriba sobrepujaba a todo el pueblo, y no había otro a él semejante. Este Aculi fue tan animoso y esforzado y nombrado en la guerra, que de él se llamó la provincia de Tezcuco, Acaliuaca [Tetzcoco, Acolhuacan].

30 Los tlaxcaltecas que recibieron y ayudaron a conquistar la Nueva España a los españoles son de los nahuales, esto es, de la misma lengua que los mexicanos. Dicen que sus antecesores vinieron de la parte del noroeste, y para entrar en esta tierra navegaban ocho o diez días; y de los más antiguos que de allí vinieron tenían dos saetas, las cuales guardaban como preciosas reliquias, y las tenían por principal señal para saber si habían de vencer la batalla, o si se debían de retirar con tiempo. Fueron estos tlaxcaltecas gente belicosa, como se dirá adelante en la tercera parte. Cuando salían a la batalla llevaban aquellas saetas dos capitanes, los más señalados en esfuerzo, y en el primer reencuentro herían con ellas a los enemigos, arrojándolas de lejos, y procuraban hasta la muerte de tornarlas a cobrar; y si con ellas herían y sacaban sangre, tenían por cierta la victoria, y animábanse todos mucho para vencer, y con aquella esperanza esforzábanse para herir y vencer a sus enemigos; y si con las dichas saetas no herían a nadie ni sacaban sangre, lo mejor que podían se retiraban, porque tenían por cierto agüero que les había de suceder mal en aquella batalla. Volviendo al propósito: los más ancianos de los tlaxcaltecas tienen que [vinieron] de aquella parte del noroeste; y allí señalan y dicen que vinieron los nahuales, que es la principal lengua y gente de la Nueva España; y esto mismo sienten y dicen otros muchos. Hacia esta misma parte de noroeste están ya conquistadas y descubiertas quinientas leguas, hasta la provincia de Cíbola; y yo tengo carta de este mismo año hecha cómo de aquella parte de Cíbola han descubierto infinita multitud de gente, en las cuales no se ha hallado lengua de los nahuales, por donde parece ser gente extraña y nunca oída.

31 Aristóteles, en el libro De admirandis in Natura, dice que en los tiempos antiguos los cartagineses navegaron por el estrecho de Hércules, que es nuestro estrecho de Gibraltar, hacia el occidente, navegación de sesenta días, y que hallaban tierras amenas, deleitosas y muy fértiles. Y como se siguiese mucho aquella navegación, y allá se quedasen muchos hechos moradores, el senado cartaginense mandó, so pena de muerte, que ninguno navegase ni viniese la tal navegación, por temor que no se despoblase su ciudad.

32 Estas tierras o islas pudieron ser las que están antes de San Juan, o La Española, o Cuba, o por ventura alguna parte de esta Nueva España; pero una tan gran tierra, y tan poblada por todas partes, más parece traer origen de otras extrañas partes; y aún en algunos indicios parece ser del repartimiento y división de los nietos de Noé.

33 Algunos españoles, considerados ciertos ritos, costumbres y ceremonias de estos naturales, los juzgan por ser de generación de moros. Otros, por algunas causas y condiciones que en ellos ven, dicen que son de generación de judíos; mas la más común opinión es que todos ellos son gentiles, pues vemos que lo usan y tienen por bueno.

34 Si esta relación saliere de manos de vuestra ilustrísima señoría, dos cosas le suplico en limosna por amor de Nuestro Señor: la una que el nombre del autor se diga ser un fraile menor, y no otro ninguno; la otra que vuestra señoría la mande examinar en el primer capítulo que en esa su Villa de Benavente se celebrare, pues en él se ayuntan personas asaz doctísimas, porque muchas cosas después de escritas aún no tuve tiempo de las volver a leer, y por esta causa sé que va algo vicioso y mal escrito. Ruego a Nuestro Señor Dios que su santa gracia more siempre en el ánima de vuestra ilustrísima señoría.

35 Hecha en el convento de Santa María de la Concepción de Teocaan [Tehuacán], día del glorioso Apóstol San Matías, año de la Redención humana 1541.

36 Pobre y menor siervo y capellán de vuestra ilustrísima señoría. Motolina [sic], Fray Toribio de Paredes.